Políticamente Correcto

 La literatura actual es testigo de excepción del cambio de paradigma más importante que ha experimentado hasta el día de hoy este arte tan complejo.


Muchos escritores han optado por salirse de la norma y buscan que sus personajes sean diferentes y muestren una personalidad y un arquetipo alternativos a lo que se hacía en el pasado.


Mujeres fuertes e independientes, protagonistas queer a los que se les toma en serio y son unos supervivientes fuertes debido a los obstáculos que han tenido que sortear en su vida, etc., son algunos de estos personajes que, al parecer, han copado toda la literatura mainstream y sobre todo, juvenil. Niños, jóvenes y adultos pueden verse reflejados gracias a este fomento de la diversidad y del discurso de aceptación e inclusión que encarnan.


Sin embargo, ¿qué hay de los personajes de moralidad dudosa o de los personajes que, pese a que tienen alguna característica que los engloba dentro de una escena alternativa, no forman parte de esta tendencia a empoderar y a brindar vibras de positivismo al lector?


El mal no parece ser diverso.


Hace tiempo comencé a leer Juego de Tronos de la saga de canción de hielo y fuego, pero solo pude terminar el primer libro. No obstante, pese a ello, tenía varias cosas maravillosas y una de ellas era que, aunque el autor describía el aspecto de los personajes, lo hacía de forma somera, sin cansar al lector.


Únicamente advertía al que leía de los rasgos físicos y psicológicos que se debían tener en cuenta para futuras escenas, pero daba la posibilidad de imaginar al personaje con el color de piel, el sexo o el género que el lector considerara oportuno. Es por ello que mi decepción fue grande cuando, en la serie, vi que todos los personajes eran más blancos que la leche, cis, heteros, salvo las excepciones que marcaba el libro, altísimos y la mayoría de ellos con rasgos anglosajones.


Si bien es cierto que hay un gran número de mujeres con protagonismo en esta saga con la misma importancia que los personajes masculinos y que también son capaces de tramar planes para hacerse con el trono de hierro, muchas encarnan cuatro o cinco arquetipos y todos ellos van de la mano de la heterosexualidad, la sensualidad para con los hombres y responden a las fantasías y fetiches de estos.


¿Qué ocurre con las mal llamadas minorías étnicas y los personajes queer? ¿Están ellos exentos de cometer crímenes contra la humanidad o, a una escala menor, de obrar el mal contra el otro?


Otra historia que leí y que me pareció que sigue esta corriente de positivismo en el que los personajes, por alguna extraña razón, no albergan ningún poso de maldad y son todo nobleza de corazón, es Sueños de Piedra de Iría G. Parente y Selene M. Pascual.


Lynne, la joven protagonista, no es otra cosa que el arquetipo mal entendido de una mujer empoderada, autosuficiente y agresivamente segura de sí misma; un tipo de personaje que las grandes corporaciones del entretenimiento tratan de meter con calzador en sus películas y series, y que hacen que nos preguntemos realmente si las mentes pensantes que gobiernan las grandes corporaciones del entretenimiento en masa como Marvel, DC y Disney tienen claro lo que significa el feminismo y la inclusión de la diversidad en la trama.


Podría seguir con los ejemplos, pero a lo que quiero llegar con esto es que parece que dentro del mundo cultural en la actualidad se han establecido unos criterios de naturaleza censora para indicar a los espectadores/lectores/intérpretes de la cultura lo políticamente correcto, acorde con los ideales y designios de grandes multinacionales como Disney.


Puede sonar un poco a teoría de la conspiración, pero puesto que este mastodóntico imperio de la rata copa prácticamente todas las ramas mediáticas y culturales del planeta, aquellas minorías, tanto locales como internacionales que no están sujetas de momento a su yugo, al final no ven otra salida que censurarse ellas mismas para ser más competitivas en el mercado de la cultura.


Y es que no nos engañemos; toda la cultura tiene un valor mercantil a día de hoy y es por eso que aquellos que tienen el poder de la pasta y que son empresarios de naturaleza generalmente conservadora, determinan  qué ideales se muestran y que tendencias o corrientes de pensamiento deben maquillarse o, directamente, prohibirse.


Incluso, los pequeños autores y no tan pequeños como las creadoras del mundo de Marabilia, deben ajustarse a estos patrones y seguir esta tendencia para poder vender su producto a un mayor número de personas.


Así la homogeneidad de la cultura se instaura, a base de censurar y de malinterpretar deliberadamente los conceptos de empoderamiento, diversidad, género y sexualidad.


Aquí os dejo un video de Quetzal sobre parte de este tema. 



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