Sistema Educativo
Nunca he sido una persona especialmente aplicada en el colegio. De hecho, los que me conocen de hace tiempo siempre me han visto leyendo, escribiendo o dibujando de incógnito y alerta por si el profesor de turno me pillaba haciendo otra cosa que no fuera prestar atención a su soporífero monólogo formativo. Tampoco he ostentado el título del alumno más insoportable de toda la clase; ese honor les correspondía a los chavales hiperactivos y yo era más de tener horchata en las venas y quedarme mirando al infinito. Es decir, no era una persona conflictiva y era relativamente obediente teniendo en cuenta la fauna que había. Formaba parte de un, por suerte, numeroso término medio dentro del alumnado. Por otro lado, había niños que se atrevían a realizar preguntas incómodas con intenciones cuestionables a los profesores sin ningún tipo de filtro y estas personas adultas, incapaces de hacer frente al shock que les había producido aquella pregunta, castigaban no solo al alumno conflictivo, si